Sé consciente de la diferencia entre análisis amigable y crítica destructiva.
Observa si el propósito de tus palabras es ayudar, desahogarte o hacer daño.
Como lluvia fresca que empapa la tierra, nuestras palabras dejan huella... Si son amables, los ecos que escucharemos también lo serán. Cuida tus palabras... ellas tienen poder. De ti depende si las usas para bien o para mal...