
Pasarse la vida dándole vueltas a nuestros propios errores es señal de un refinadísimo orgullo. Cuando con serenidad nos aceptamos a nosotros mismos, y a la vez sabemos exigirnos y sonreír ante nuestro propio espejo, ya estamos bien preparados para perdonar a los demás.
José Luis Martín Descalzo